14 de junio de 2012

EL CHABONO

o carta a un amigo....

Mi amigo y Camarada,

Me preguntas por mi escepticismo… 
Si, ¿piensas tú que lo soy?... déjame narrarte algo:



Años atrás, hace bastantes años.

Después de diez horas en un autobús, de toda una noche de monótono runrún de un desvencijado motor llegamos al Orinoco, Río padre de esta madre tierra, Angostura es el paso, el sitio más profundo y por ende el mas estrecho, alcanzas a ver la otra orilla, en otras alturas de ese mar de agua dulce, solo vez el horizonte, Un café aguarapao mientras esperas la Chalana quien cargara con tu persona, aperos y autobús a Ciudad Bolivar, cuna de la nacionalidad Grancolombiana, Luego seguir al Caroní, río de hierro, oro y diamantes, dos horas más de sofocante viaje.

Me acompaña Mario, compañero del liceo, los dos ganamos ese viaje, nuestro aporte a "Las Misiones" nos valió la distinción, de bolas, los dos internos y sin un carajo que hacer, sacrificábamos nuestros "domingos" en aras de una vaina que no conocíamos.

En el bolsillo una misiva del cura Simón al padre Coco en la que probablemente le explicaba que eran unos chicos bien y lo suficientemente pendejos para dejarse birlar sus domingos por todo un año, El viaje lo pagaba la "Orinoco Mining Co." (claro, los curas nada gastaban) una transnacional que explotaba la riqueza ferro-minera de la zona y que pagando el equivalente a un centavo de dólar por tonelada de material con 85/90% de pureza podía darse esos pequeños lujos.

Mario tenia orígenes trinitarios, su padre, artista y profesor de las bellas artes ha sido uno de los pintores más geniales que he conocido, un verdadero caballero al trato, los conocí en una época en la que signó en mi vida y lo que sería mi gusto por el arte de pinturas, pincel, espátula y paleta, Naturalmente, Mario y como acá decimos estaba algo “pasado de horno” o “Prieto”, como dicen en Cuba, o sea moreno claro, denominación ambigua para aquellos producto de un mestizaje colonial, logrados por violaciones a latigazos.

Llegamos pues al "Club ejecutivo" de la O.M.C. a una cabaña, esperaríamos el siguiente día la avioneta, la cual remontando el río nos llevaría a las "misiones",  10 de la mañana, ya 22 horas de trajín, nada en realidad para nuestros catorce años, ¡Mira, Johnny una piscina!, mi grita Mario de repente, Cuarenta grados de temperatura a la sombra hacían la visión irresistible, no había terminado de decirlo, cuando ya con los trajes de baño puestos corríamos al agua que esperaba, De repente quedamos solos en la piscina, nuestra poca experiencia en esas situaciones nos impide percibir la pesada atmósfera que nos rodea.

Una serie de integrantes de la raza superior nos observan con un extraño rictus en la boca que no conocíamos, Se acerca una señora, amablemente nos indica que no podemos estar allí, que esa piscina pertenece solamente a los "ejecutivos" y sus familiares, venidos de nórticas tierras, que a nosotros simples locales nos pertenecía la de los obreros al otro lado del campamento, En ese momento me di cuenta: Acababa de conocer la segregación, en mi tierra, no requerí viajar a una plantación sureña, ni andar con el tío Tom de mis cuentos infantiles, estaba allí ante mis ojos en mi propia patria "liberada", la señora ante mi cara de rabia, asombro e impotencia trata de enmendarla, no es por ti –me dice- tú eres blanco e hijo de europeo, si quieres quédate, le mentó la madre en forma violenta y salgo corriendo.

Hasta entrada la noche dormitamos a las orillas del Caroní a los pies de un salto de agua que nos salpicaba, la comida las hicimos con muchas chucherías que adquirimos en un ventorrillo cercano, se acerca un indio y nos da pescado, cortésmente les dimos las gracias y nos vio con extrañeza, tomo un paquete de nuestras galletas y siguió su camino, ya tarde en la noche volvemos al "campamento" nos enteramos que una búsqueda intensiva de nuestras personas se había realizado, un guarda nacional nos increpa, y un señor con aire condescendiente y de perdonavidas habla estupideces acerca la irresponsabilidad juvenil.

Temprano en la mañana a pasar sobre el Caroní, me di cuenta de la negrura de sus aguas, ríos negros de la amazonia venezolana teñidos con detritus vegetales, la diferencia se hizo más patente al entrar al Orinoco, castaño claro como la tierra de sus riberas debido a unas lluvias prematuras; allí al encontrarse las aguas se vía claramente la diferencia de colores.

Una avioneta, una Cesna de esas mono motores de lona, mosquitos veteranos de la pasada guerra, tres horas de vuelo a Tucupita, Asombro, miedo, sobrecogimiento encontradas emociones en mi se unieron, las paredes de los Tepuyes 1500 metros de roca emergiendo verticalmente del infierno verde; asiento de la Gran Sabana, verde, verde, verde, un océano de verdor a nuestros pies y una roca que parecía arroparnos a los 800 metros de altura de nuestro vuelo, el Salto del Angel a nuestra izquierda, una maniobra brusca del piloto, y finaliza el turismo con un violento vómito de Mario,, que inunda la mísera cabina.
En Tucupita, cambiamos la Cesna por curiara, largo tronco de unos 12 metros ahuecado a hacha y fuego, un motor fuera de borda de media docena de caballos, nos indicaba el avance de la civilización por esos lares, día y medio  de camino por delante, años me faltarían para relatarles lo visto, el cielo en verde en copas a 60 metros de nuestros ojos, el mar de aguas en donde podías ver el caimán ya casi extinto, las toninas y al anaconda, defendiendo cada uno su territorio, innumerables bandadas de araguatos en constante algarabía se unían a la garza y el corocoro en sinfonía de gritos, blanco y rojo, el pájaro campana en eterno repique de arrebato tremolaba esa catedral de árboles, agua, agua, agua, plaga, plaga, plaga.

Una rolliza monja, de Asturias recién llegada en un vuelo comercial se nos une, por sus blancas y jamónicas pantorrillas hilillos de sangre se deslizaban ante el acoso de los jejenes, ella con un rosario en la mano no se defendía, tal vez ofreciéndole a Dios su martilogio. Hacemos campamento, la moja pide separar su tienda, requiero tranquilidad para rezar, da por argumento, me pide ayudarla, y en lugar de rezar, me acurruca contra ella, con su regordeta mano me masturba y con la otra a masturbarla a mi me enseña, y así, ante mi asombro, un mutuo orgasmo en el medio de la selva alcanzamos, Había sido violado -¡La puta monja me violó!- en el momento no lo entendí, fue muy tierna la experiencia, nada de gritos ni golpes, solo gratos recuerdos la acompañan, aquella mujer toda gordura y ternura me llevó al orgasmo esa noche muchas veces, otra enseñanza: "No es santo lo divino", o ¿no divino lo que parece santo?, y pensando en ello, me dormí, aun con mi juvenil y erecto miembro entre sus nalgas.

Una mano me despierta, monja y niño desnudos en la tienda con ese pegajoso y ocre olor que deja el sexo, un indio nos indicaba que seguir debíamos la húmeda senda, El indio no pareció extrañado de tan peculiar situación, por la cara de la monja pasaron todos los tonos de rubor, un chapuzón en el agua y a seguir remontando nuestro río padre.

La misión, una peladura en la selva, al estilo de un chabono de los waycas, con una miserable capilla en el medio, el padre coco, robusta humanidad en taparrabos, larga, blanca y luenga barba sobre el pecho, curtida la piel por los años de sol y plaga, muestra en sus costados profundas cicatrices, las cuales supe después que fueron ocasionadas por una flecha guajira que le atraviesa el pecho, años antes en nuestra frontera nor-oxidental.

Los indios, perfección de cuerpos al desnudo, un grupo de niñas tengo ante mi vista, mi ya no núbil y joven falo reacciona entre mis piernas, pechos erectos que despuntan pubertad señalan jóvenes ojos en redondas caras, los hombres, en ese momento no precisamente el centro de mi atención, con su prepucio atado con cuerdas suspenden verticalmente el miembro hasta el ombligo, difícil y extraña forma de cargarlo sobre todo en el estado como el mío se encontraba en el momento.

Mario enseguida encontró nuevos amigos, unos pastores anglicanos y de su padre paisanos, no hablaban mal español sólo en jngles, Mario hablaba este idioma perfectamente. Los anglicanos hacían, rumbo al norte del Brasil se encontraban… De interprete fungió Mario ante el cura anglicano, una niña morena y bella, de nuestra edad les acompañaba, dejé pues a Mario en lides de traductor y don Juan que a mí con "mi experiencia" rerciente me parecieron niñerías.

Yo por mi lado tome rumbo,  con la gorda monja y tres indios, hacia un chabono selva adentro; salvo un machete, los tres indios vestían tan solo el curioso cordel que adosaba su glande al ombligo, la marcha se hacía pesada por momentos, calor, humedad. Esa humedad pegajosa que calaba de bochorno, fila india por una trocha que habría el puntero con su machete, me quite la camisa, inmediatamente uno de los nativos de la puso alrededor de la cabeza, me ofreció una blanca y gorda larva que me supo a monte.

Mientras admiraba la perfección del cuerpo del waica que marchaba a mi frente, le vi hacer algo con sus manos y unas hierbas, de un espinoso árbol arranco uno de los puntiagudos apéndices, de una enredadera más adelante una blanca flor, un caño, flor, espina y una trenzada e improvisada cuerda nos proporcionan un descomunal pez que no tarda de estar girando sobre una hoguera salida de la nada,  en la misma se asaban unos frutos grandes y lechosos que en su interior tenían unos almendros parecidos al castaño, y con un sabor que lo recordaban. El agua para beber sale de unas voluminosas lianas que te empinas cual bota de vino, pero que no tienes que apretar ya que una agua fresca y dulce fluye por si sola. 

Me asombra ver lo que veo, tres hombres desnudos, con sus manos, en perfecta armonía con la naturaleza sacan un, sino suculento, bien balanceado almuerzo de la nada. Sin supermercados, sin las raciones de campaña que pesan en mi mochila. Unos frutos agridulces, que desconozco terminan siendo el postre, un silencioso perro que hasta entonces no había visto se encargó de recoger la mesa, fila india de nuevo dos o tres horas más y,  el chabono aparece entre la selva, volcado en sí mismo, cuarenta a cincuenta metros de diámetro, circular en un solo ambiente, techado hacia adentro en su periferia,patio al centro como las solariegas casas españolas, en el juegan una media docena de niños, nadie nos recibe, algunos hombres en sus chinchorros nos ven displicentemente, las mujeres en diversos quehaceres levantan la vista al ver a la monja,  una mujer con un nene a horcajas en su cadera se acerca a verme, me quita la camisa que me habían,  me toma por un brazo y me arrastra, bajo el tinglado, me ofrece comida, agua y un chinchorro, deprecio lo primero y buen uso hago de lo otro, al poco rato duermo profundamente.

Ya es de noche, me despiertan una manos que me desvisten, cálidas, suaves tiernas, inmediatamente pienso en la jamona al abrir los ojos, mas no una niña india, me quita las prendas, otra observa, una débil resistencia y la mujer, que el chinchorro me ofreció, señas hace que me deje, desnudo quedo pronto y la niña me cabalga, no logro entenderlo, más me dejo,  dos noches he sido violado, no me quejo, oigo un resoplido cerca de mi, volteo, ¡ha!, que dicha la de la santa madre quien rodeada de tres muchachos se divierte, la segunda niña mi pecho acaricia y la vieja al grupo que se acerca, una hora después, niñas, vieja, muchachos y monja satisfechos y pierna suelta roncan.

La mañana llega, desde mi chinchorro trato de pensar en lo ocurrido, veo el ir y venir de la comuna, ¿DE LA COMUNA?, todo en mi mente se aclara de repente,  El indio que nos dio pescado por galletas, el que me despierta en la selva, quien me  cambia una larva por camisa, la vieja que me da niñas por lo mismo, NADA ES DE NADIE, TODO ES DE TODOS, no existe el concepto de propiedad, la palabras “mío” o “tuyo” no existen en su lenguaje, ni los hijos pertenecen a las madres que los paren, ni la mujer es tuya o el hombre es de aquella, La sociedad perfecta, nadie es jefe de nadie, ni alguien mandado por otro, todos hacen algo por todos,  y el todo es el chabono que junto late con el corazón del mas puro socialismo anarquista, como pude entender años mas tarde.

Ese viaje marcó mi vida para siempre, perdí la fe en los hombres, en la autoridad, en dios y sus ministros, y en la civilización.

Tú Camarada, ¿eres de verdad escéptico?, ¿Incrédulo?, ¿Descreído?, ¿Desilusionado?, ¿Suspicaz?, ¿Prevenido?... Si es así ¿desde cuando?.
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Te fijas Camarada, lo profundo del verso de Andrés Eloy que a leer te puse en estos días,  te acuerdas,

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño,

Un saludo cordial, nos vemos en las teclas,
Johnny (Dic. 1.986)

Foto tomada de: AMAZON INDIANS ORG

13 de junio de 2012

YO Y EL BRUJO...…

Un cuento de culebras y placebos….

Por: Johnny de Wekker,
16 de octubre de 1999




Por allaaa… en 1.962, en mi estadía rural, caminando las Montañas de Guatopo, por los lados de Altagracia de Orituco, al pie de monte de la Cordillera del Interior de la costa venezolana, zona rural netamente cafetalera; mi trabajo era el de coordinar el desalojo de unos campesinos de tierras recién declaradas parque nacional…

Llevaba ya unos meses en la zona, había hecho en la UCV un curso de “enfermería de emergencia” y yo era lo más parecido a un galeno en kilómetros a la redonda. Con un maletín atiborrado de aspirinas, calmantes, anti-piréticos, vermífugos, jarabes y vendajes andaba siempre recetando males menores; las madres me llevaban sus mocosos para curarles las parásitos, diarreas o las gusaneras, y tomarles uno que otro punto de sutura producto de una caída o vergajazo propinado por el padre, en ocasiones me llamaban –junto a la comadrona local- para atender alguno que otro parto que se complicaba (varios ahijados de nombre lloni o Yoni dejé en la zona)…

El curso de enfermería lo hice en el Instituto de Medicina Tropical de la UCV, en donde también aprendí a manipular ofidios (culebras). En mi “todo-terreno” además de la farmacia de emergencia, llevaba siempre una o más jaulas y los implementos para agarrar a los bicharracos estos. Quiero informarles que la zona donde me desenvolvía es selvática y montañosa, con una vegetación muy densa y la cuál, ésta resulta un hábitat perfecto para estos animalejos.

Ese lugar era el hábitat de la Tigra Mariposa (Bothrops Venezuelensis), animal considerada –dentro de su especie- como el más agresivo y venenoso de toda nuestra América; por ende, algunas dosis de suero antiofídico desecado acompañaban siempre mi farmacopea; sueros que bastante sirvieron para mantener vivos a algunos mientras llegaban a un hospital.

Les cuento todo esto, para que puedan ubicarme, no sólo en la zona, sino que se ambienten un poco para el saldo de la historia…

En Venezuela existen culebras muy, pero muy venenosas, pero la mayoría no lo son, la relación es de uno a siete (si no menos) de bicharracos venenosos, o sea, por cada asesino en potencia hay siete quienes son unos pobres y mal comprendidos animalejos, los cuales habitualmente pagan las culpas que les cargan sus peligrosos congéneres, ya que -como con los pieles rojas- los lugareños aplican aquello que: “la mejor culebra es una culebra muerta”. Por ésta razón yo siembre cargaba ejemplares no venenosos con miras a ser liberados en zonas menos peligrosas para ellas; muchas veces a falta de jaulas, las menos agresivas andaban sueltas en el todo terreno o simplemente en alguno de los bolsillos de mi guayabera lo que me dio fama no solo de “loco”, sino de “brujo”. Fama ésta, la cual yo con una sonrisa no desmentía, sino más bien trataba de cultivar.

Antes que las misiones médicas cubanas existieran en Venezuela, la atención rural no existía… cualquier enfermo debía ser trasladado –como fuera- a un pueblo o ciudad más o menos importante para ser visto por un galeno; el cual nunca se movía a ver a un paciente (mientras no fuera un hacendado importante con suficiente dinero para pagar la visita del hipocrático personaje) por esa razón los Brujos resultaban muy importantes en la sociedad rural; y eran tan primordiales que una de las misiones que teníamos era el de transmitirles un poco de nuestros conocimientos, o sea, cuando usar una aspirina, un vermífugo, cuando ordenar que llevaran un paciente al Hospital etc., y a la vez, tratar de recopilar como pudiésemos algo del conocimiento ancestral en cuanto a la herbolaría local.

Yo, en toda la zona, me llevaba bien con todos los brujos –menos con uno- “Eufrasio” quien era todo un personaje; este sujeto era el bodeguero de una zona llamada “Quebrada Guanape”, que quedaba adentrada en la montaña de Guatopo Éste vendía comestibles, pero los fines de semana su “bodega” se transformaba en el bar local, y con un trío de “chicas” –las cuales ejercían la profesión más antigua del planeta- se servía para birlar las escasas ganancias que el  cultivo del café dejaba a los campesinos zonales.

Para Eufrasio en el cambio al nuevo asentamiento no le resultaba un buen negocio, él salía perdiendo, ya no sólo tendría competencia (la intendencia comunal), sino que el negocio de los fines de semana de bar y de burdel debería de cesar. Mi fama de loco, y el S&W .38 en mi cintura lo mantenían callado pero remolón. A lo chito chillón se suscitó una guerra no declarada de su parte. Guerra que llega al clímax cuando a la fuerza le quito un paciente (mordido de tigra mariposa) al cual logré salvar, por pura suerte, dándole una sobredosis de antiofídico y enviándolo en avioneta a la Capital. El pobre hombre, a la larga perdió una pierna y Eufrasio declaraba que había sido por mi culpa, ya que de haberlo curado él tendría su pierna.

Semanas después de aquel incidente, un día viernes y última semana de mi estadía en la zona y cuando me disponía retornar a mi base de operaciones, a mi vehículo –el fiel Land Rover- se le ocurrió fallar por su única debilidad, o sea, me partió las puntas de eje traseras, dejándome solo con la tracción delantera suficiente tan solo para acercarme –adivinen donde- a la bodega de Eufrasio. Dado el estado del vehículo yo no podía salir de la montaña atravesando quebradas y barriales, así que envié a uno de mis ayudantes –a lomo de bestia- al pueblo en busca de ayuda y me dispuse a pasarla lo mejor posible.

Ese día temprano había encontrado una “falsa viejita, (epistoglifa)” o sea una culebrita totalmente inofensiva, de cero agresividad, la cual, a primera vista lucía exentamente igual a una Bothrops Medusa (viejita) la cual de no ser por su escaso tamaño (unos 30cm) le hubiese quitado todos los records a la tigra mariposa; la “viejita” por su agresividad y potencia de su veneno, había hecho perder una mano o un pie a más de uno, por lo tanto era igual o más temida de la tigra mariposa.

Puse la inofensiva culebrita en el bolsillo de mi guayabera, y por la excitación del accidente me olvidé totalmente de ella… y en tan noble compañía me dispuse a brindarle la noche a Baco en el “bar” de Eufrasio…

La caña clara comenzaba a surtir efecto, el dueño del lugar me miraba con cara de pocos amigos y susurraba entre dientes frases que yo no escuchaba, pero que sabía destilaban rencor a mi persona. Yo me propuse a vivirle la parte en la primera oportunidad, ya bajo el efecto del aguardiente hasta las jóvenes puticas de Eufrasio me comenzaban a resultar apetecibles, de repente logro escuchar algo de lo que dice el brujo lugareño:

--“A ese doctolcito le voy a echar yo una vaina”--

Estaba planteado el reto…

Al correr con disimulo la mano a la cintura –para ver si mi S&W estaba donde debía estar- siento el bulto de la falsa viejita… e inmediatamente se me ocurre la broma:

---¡¡¡QUE VAINA ME VAS A HECHAR TÚ, BRUJO DE PACOTILLA!!!---

Le increpo a viva voz,

--“Pa´jodeme a mi hay que ser brujo de verdad y tu lo que eres es un curandero de pacotilla”--

Y diciendo eso, saco la culebrita de mi bolsillo y la tiro sobre la mesa; el pobre animalejo, despertado de golpe en un cálido refugio cae en posición de ataque sobre la mesa; una reacción más bien intimidatoria que ofensiva…

--“¡¡Si de verdad eres brujo, entonces bésala!!”--

Todos miran a Eufrasio y este a la culebra… se levanta y da un paso atrás… Como se dice en Venezuela: “culipandeó” entonces yo –ya dueño de la situación- tomo el animalejo, y me meto la cabeza en la boca, y al sacarla le doy un beso en la testa, e inmediatamente me la guardo de nuevo en el bolsillo y digo:

-- “Sabes cómo es la cosa, acá quien se jodió fuiste tú, porque la vaina te la estoy echando yo a ti en este momento”—

Agarro un trago de aguardiente y suelto el buche con violencia sobre la silla donde Eufrasio estaba sentado segundos antes y lanzo sonoro:

--¡¡MUÉRETE!! --

Un silencio sepulcral en la habitación… el hombre baja la cabeza y se retira… yo agarro una de las puticas por un brazo y me voy con ella al Land-Rover… temprano, al día siguiente… alejo el vehículo del lugar, en la tarde llega la ayuda y ese sábado en la noche me dirijo a el campamento en Altagracia de Orituco a unos 12 Km del lugar…

Pasaron dos semanas. Corriendo la tercera, en la madrugada del martes, al levantarme encuentro en la puerta de mi cuarto a la mujer de Eufrasio acompañada de dos tripones.

---“¿Y qué haces tú acá, mujer?”---

Le pregunto al verla, ella se echa a llorar al verme.

--“Doctorcito” –me dice- “vengo a pedirle que me le quite el mal al hombre… está malo… se me va a morí… mire, no lo haga por mí, hágalo por este par de muchachitos que aún necesitan a su pae”.--

---“¿No me digas que Eufrasio está enfermo?”-- pregunto aún somnoliento.

---“Guá, no lo va a sabé usté” es su respuesta “si usté le hecho ese mal, desde ese día no se ha parado de una cama, no come y se me está muriendo… por lo que usted mas quiera doctorcito, ¡quítele ese mal de encima a mi hombre!”.---

Diciendo eso se arrodilla, la levanto y en ese momento llegaba el chofer a buscarme, le entrego la mujer y los muchachos con instrucciones de que los haga desayunar y me puse pensar que hacer.

Entro al baño para mi aseo matutino, y al buscar los implementos para afeitarme veo un viejo frasco de mercurocromo, de aquellos que tenían un palito de vidrio como aplicador, ya no tenía nada adentro sino la seca huella de lo que fue una vez su contenido. Veo la solución, lo abro, boto el palito de vidrio y lo relleno de agua. Un líquido transparente con un ligero tono rosa fue el resultado.

Al rato García –mi chofer- viene con la mujer y los muchachos… Llamo la mujer aparte y le doy el frasco, diciéndole en un susurro:

---“Dígale a su marido que se tome la mitad de esto hoy al oscurecer y la otra mitad mañana en cuanto despunte el sol y cante el primer gallo”---. 
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Meses después, cuando me fui definitivamente de la zona, uno de los regalos que recibí fueron cuatro lapas que me mandó Eufrasio quien me dicen contaba a todos como se salvó de vainita al meterse con un brujo más arrecho que él…

Un placebo dirán ustedes -pues sí, mis amigos- hay placebos, ¿de mentiras?.... sí, pero las mentiras algunas veces si sirven…


Imagen tomada de: http://www.myspace.com


JWJ de Wekker V.
Revisado: 29-5-2012

12 de junio de 2012

HANS EL HEDIONDO

una historia de tierra adentro

A mis nietas: 
Orihana y Johanna,

soles en mis días.    



Hoy recuerdo a Hans, por motivos de trabajo tuve trato con él por algunos años, fue uno de estos "musiús" trotamundos que llegaron a Venezuela en los 70’s. Nunca supe si fue belga, alemán o bóer ya que su personalidad concordaba tanto con el nazismo como con el apartheid. Vivió por el África por muchos años, en especial al sur de ella, fue ingeniero metalúrgico y soldado de fortuna... extraña combinación de profesiones, que lo llevó entre muchas otras cosas, a incursionar en las guerras en Angola y pelear contra los mercenarios cubanos.

Hans siempre manifestó un pobre concepto de todo aquello que no fuera representativo de la preponderancia “cristiana”, aria o anglosajona; en fin, y en ese aspecto, Hans fue todo un digno representante del defensor de la supremacía blanca al mejor estilo del Ku-Klux-Klan...

A menudo narraba anécdotas de su vida de apartheid. Algunas veces le escuchaba decir cómo en los supermercados de Pretoria se compraban armas libremente,  y de como la propaganda de las mismas se hacía en razón del tamaño del hueco que la bala disparada le infringía a un negro... Gozaba al hacer hincapié en que el negro africano, en poco se diferenciaba del mono y con marcado acento, decía: "En África monos en arboles y negras en tierra"... Su historia favorita detallaba cuando él transitaba por los caminos minados de Angola; allí usaba negros como escudo, los contrataba por cincuenta centavos de dólar la hora, remplazándolos por otros al volarse las piernas los primeros.

Hans olía mal -le decíamos "el hediondo"- no sé si exhalaba esos hedores por alimentarse con salchichas de puerco, repollo agrio y mucha salsa de ajo, o simplemente porque el olor que despedía representaba su catadura moral. Había días que sencillamente estaba inaguantablemente nauseabundo. No había parte de su humanidad que no despidiera un hedor de diferente tipo, todos estos miasmas se unían en una sola fetidez, que como un vaho le envolvía... era su propia y distintiva aura que lo identificaba a varios metros de distancia.

Un día  -uno de esos días en particular en que su olor era pestilente- coincidí con él en el viejo aeropuerto de "Grano de Oro" en Maracaibo, no requerí de verlo para saber que allí se encontraba... él se sentía en el éter, y un circulo vacío de personas a su alrededor -en el atestado aeropuerto- así me lo confirmó.

Yo regresaba a Caracas, era un viernes, después de una semana agotadora de agosto; salía el último vuelo, aquel vuelo llamado "el trasnochador" que llegaba a Maiquetía pasadas las 11 de la noche. No me vio  -yo sia él- estaba chequeando su pasaje. Esa noche, y parte del sábado siguiente, viaje en autobús. Todavía hoy me pregunto: ¿cómo carajo sobrevivieron quienes abordaron aquel, substancialmente, odorífero vuelo?.

Hans fue un gran trabajador, eso sí hay que reconocerle, casi solo, con aquellos pocos que lo soportaron, levantó una empresa próspera y rentable; empresa de un solo hombre en la rama metal mecánica. Por esa razón yo le conocí, fabricaba parte del material que usaba frecuentemente en mi trabajo, y lo fabricaba de una extraordinaria calidad...

Como buen nazistoide trataba despectiva y peyorativamente a su personal. Era aquella época de la afluencia colombiana a Venezuela; siempre tenía tres o cuatro obreros de ese origen. El obrero colombiano muestra un respeto -reverencia de ancestral de origen colonial- hacia el patrón y de ello abusaba frecuentemente Hans vejándolos de palabra. recuerdo haberle dicho un día: "Musiú, mira a los hombres tienes que respetarlos, ésta es Venezuela, no Sudáfrica"... Se rió... y me dijo en su media lengua: "¡Quién tiene plata mande, coño!... ¡Quién no le guste que se valle al caraje!"...

Al hacer dinero le volvieron las añoranzas de su vida bóer, reminiscencias de campo. Se compró una finca en -¿Río Chico?- ahora no recuerdo exactamente e donde (también pudo ser en San Casimiro o en San Sebastián) la finca venía con peonada incluida. Un caporal -más por viejo que por otra cosa- y varios peones. De esos que los señoritos bien llaman "pata en el suelo". Pero venezolanos típicos de tierra adentro, producto del mestizaje criollo, pertenecientes a esa raza "de cobre, níspero y cocuiza, de mazapán y de greda, una raza sin nombre, laborada sin prisas", como una vez dijo el poeta M.V. Magallanes...

Los jueves Hans tomaba rumbo a su finca; algunas veces, no aparecía sino hasta el martes. Pero, un martes no apareció  -ni los días que siguieron- ¡Una llamada!... Lo descubrieron muerto en su finca -el miércoles lo encontraron- Un sin fin de murmullos a lo chito chillón puso en alerta a un acucioso policía quien se dio una vuelta por la finca. Lo halló en el chinchorro -no había peonada- no estaba el caporal; solo el nauseabundo olor característico de Hans indicaba su presencia... El chinchorro hervía en gusanera...

El forense determinó que había muerto ese martes... por septicemia aguda... septicemia, como averigüé después, es envenenamiento de la sangre... una infección en ella, la cual termina convirtiéndose en pus... pus entre la cual nadaban los gusanos... El galeno no lograba relacionar el alto grado de descomposición del cadáver; realmente no se correspondía a los tiempos trascurridos.

Al musiú la habían disparado. Fue un disparo de chopo cargado con munición venadera -lo habían tirado cuando estaba en el chinchorro- la herida no fue mortal, solo un plomo se incrustó entre la tercera y cuarta vértebra cervical -había quedado cuadripléjico- los otros guáimaros no habían producido daño grave... Luego de una larga investigación forense se dedujo que había sido herido el jueves durante la noche...

Triste destino el de Hans... ¿qué pensaría durante esos cinco días cuando se veía consumir, vivo, por los gusanos?... ¿se recordaría acaso de los negros quienes por cincuenta centavos de dólar, sacrificaron por él sus piernas?... ¿qué cavilaría sobre aquel pobre "pata en el suelo", autor del disparo, a quien vejó durante aquella tarde, quién sabe por qué tontería?; ¿Se recordaría de aquellos tantos vejados peor, sin consecuencias?.

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Nadie se responsabilizó por el disparo... nunca se supo quien lo efectuó... nunca nadie dijo nada... tan solo se supo de uno de los peones, durante el interrogatorio, policial murmuró:


       "Los hombres se matan, ¡coño!, pero no se humillan"...

Por:Johnny de Wekker Vegas. Caracas, 30 de abril de 1999
(Revisado 5-6-12)

Esta es la historia novelada de un suceso... El protagonista de la misma existió y fue así su personalidad... Lo narrado pudo, o no, haber sucedido tal cual se narra... Lo cierto es que aparece muerto de un disparo... ¿Por qué?... Nadie lo supo nunca quien lo hizo, ni la razón... Detuvieron al Caporal quien -después de meses- fue dejado en libertad por falta de pruebas...

11 de junio de 2012

MORIR EN CARACAS...

o la historia de Alexis

"El mal no es lo que entra en la boca
del hombre, sino lo que sale de ella."
                                                -Cristo-

Por J. W. de Wekker V.
06/09/1996



El miércoles murió Alexis, 22 años, un hijo. Alexis fue un joven trabajador como tantos que día a día madrugan para trabajar, para mantener su familia... No tuvo suerte, no pudo completar sus estudios, su trabajo y su sueldo fueron humildes, Buena gente ese Alexis, sano, tranquilo, bonachón. Tú de seguro conoces a muchos Alexis en tu cotidianidad y a tu alrededor...

22 años, toda una vida por delante. Tenía el derecho a ver crecer a su hija, de tener otros descendientes, de cargar -algún día- a sus nietos, En fin, de amar, llorar, sufrir, en fin, de vivir. Él – de seguro- aspiraba a algo mejor para él y los suyos, estudiaba de noche. Alexis, -en alguna forma- representaba el futuro que hoy nos es incierto...

Pero murió, no por enfermedad, no por vejez, ni siquiera por alguno de los muchos accidentes que propician la inconsciencia de la juventud. ¡Una bala segó su vida!... La parca en forma de un mendrugo de plomo se le alojó en el cerebro. Nadie sabe quien disparó (a nadie le interesa). Tal vez fue un joven de su edad ya maleado por el abandono, el hambre, la miseria, la incomprensión o tal vez un joven de los que llamamos "de buena familia" queriendo probar su "magnum" recién adquirida; podría- hasta darse el caso- que el proyectil asesino saliera de un arma de un "representante de la ley", todo puede ser posible en esta árida ciudad deshumanizada...

Murió un miércoles. No en sábado, ni en domingo, ni siquiera fue un viernes en la noche. Su muerte no tiene importancia, no abultará las estadísticas. En Caracas solo son "relevantes" las muertes de fin de semana, las otras poco importan; ésas se agregan a una lista para totalizar los números al finalizar el año...

Ayer lo enterramos, como se han enterrando a tantos Alexis. En silencio, furtivamente, con entrecortadas lágrimas le dimos el adiós. Quedará en el recuerdo de quienes lo amaron y de los que lo conocimos, muy probablemente nunca se sepa quién fue el culpable. Alexis no fue importante, no tenía un familiar con influencias, por ello, ni la prensa ni la TV se ocuparán de su muerte...

Me lamento por él y por las decenas de Alexis que mueren todas las semanas. Por las vidas truncadas inútilmente. Hemos perdido la capacidad de asombro, a hechos como éste respondemos con un silencio cómplice, con desidia. Con el devenir del tiempo nos hemos acostumbrado. Ya vemos normales este tipo de hechos...

En fin no me queda sino decir que Alexis, y tantos como él han muerto por causas totalmente naturales...
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Vivían en Caracas!...


EPILOGO

11 años después…

El final de morir en Caracas…

Conocí tanto a Alexis ya su madre, ella fue mi secretaria por años… Pero también conocí a su matador, éste -para la fecha- era un niño apenas... Tenía 15 años pero jugaba al grande con una pistola que acababa de comprar por pocos bolívares. A los pocos días mató a otro muchacho por cualquier tontería. Al ser detenido la experticia del arma lo sindica como el asesino de Alexis...

Hoy me llega la noticia. Su matador murió hace dos días en una riña de penal, recibió media docena de puñaladas. Éste cumplía ya su cuarta sentencia. En estos once años no había estado más de seis meses en libertad... En el barrio dicen que acumuló más de 10 muertos.

Además de esas diez madres sin hijos, deja una madre encanecida por pena y llanto...
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Hasta cuando la miseria traerá miseria...
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Ríete de la vida para que la vida no se ría de ti.

J. W. de Wekker Vegas
04/07/2007

LA PIEDRA MÁGICA

o cuando lo absurdo es ley...

"Pensamos según nuestra naturaleza, hablamos conforme
   a las reglas y obramos de acuerdo con la costumbre."



En estos días, viendo un micro en la TV escuche la siguiente anécdota que resume muy bien lo que pasa en nuestra América hispana... la anécdota narraba algo como esto:

"En una isla del Caribe, cuyo nombre no viene al caso, existe una piedra que es denominada por los lugareños "Piedra Mágica"... es, simplemente, una piedra guindada cual hamaca entre dos horcones... los facultos en el estudio de la piedra... personas muy respetadas en la región... exponen la metodología de la interpretación del inerte objeto a los turistas que visitan el lugar... El procedimiento es más o menos como sigue: Se observa cuidadosamente la piedra y su contorno... si puedes verla y se observa una sombra fuerte abajo: hace sol y es de día... si la ves y no hay sombra: está nublado... si no la ves: es de noche ... si la piedra está seca: hace buen tiempo... mojada: acaba de llover... un polvo negro en la parte superior: erupción del volcán vecino... movimiento espasmódico de la piedra: terremoto o temblor..."

Como ven, no se requiere ser un gran oráculo para interpretar la piedra, más los locales no hacen nada sin consultar al consejo del instrumento pétreo... Así todas nuestras naciones requieren de un gran Gurú para que les indique lo obvio...

Seguimos siguiendo a mediocres que creen en mediocres... nunca más que hoy es cierto que en nuestra sufrida Latinoamérica la política es el último recurso de los fracasados...

Johnny de Wekker Vegas
Abril, 1.998

10 de junio de 2012

EL MARSHALL

o de tal palo tal astilla...

"La crueldad es a menudo el signo de una insatisfacción
interior que anhela un narcótico; y también lo es una
cierta desconsideración cruel del pensamiento."
-Nietzche-




Un débil resplandor de luz en el horizonte, el Marshall, despierto desde hace rato, ya se ha terminado de vestir. El cabo de su cigarro humea lánguidamente en la comisura de sus labios, el humo, como con flojera, hace espirales ascendiendo al techo, hoy es el día, se cumple el lapso, el tiempo para los criadores de ovejas ha terminado, les había dado tres días para abandonar la región, no lo han hecho, no le han dejado otro camino, toma la gruesa funda de cuero repujado, de origen mexicano

--- Estos espaldas sudadas, si saben trabajar el cuero ---

piensa para si mismo, se ajusta la funda a la cintura, abraza la fornitura a cada pierna, un Colt .45 a cada costado, revisa meticulosamente que esté correctamente cargado, el sabe que si, pero la hace más por hábito que por otra cosa...

Y el sol está a punto de despuntar, el pasitrote lánguido del caballo le adormece, se increpa a sí mismo

---- Despierta George, debes estar atento a esos malditos vascos criadores de ovejas ya que pueden ponerte una emboscada. ¡Malditos, mil veces malditos!, ¿cómo se les ocurre venir a establecerse en terrenos de vacas?. Con lo que lucharos mis antepasados en sacar a esos malditos Apaches y a los sucios Mexicanos Comancheros de este territorio ---

y así ensimismado en sus pensamientos el ejecutor de la ley llega al portón de la finca ovejera.

El sol ya salió, está como él quiere, a sus espaldas, así esos sucios forasteros lo tendrán sobre sus ojos, a su frente aparece la choza del ovejero, la puerta se abre: éste, su mujer, tres niños y un perro salen apretujadamente. Una escopeta en manos de ovejero, de esos que se cargan atacándonos por la punta

--- ¡Recoge tus cosas y márchate! ---

dice el Marshall autoritariamente

--- NO ---

es la firme respuesta del ovejero, quien al decir esto lleva el mosquetón al pecho agregando

--- ¡ESTA TIERRA ES MÍA! ---

La vieja arma al chocar contra el pecho del hombre se dispara, el único plomo se pierde en la distancia, seguidamente se escuchan doce disparos seguidos, las Colt han hecho su trabajo, en un solo montón, en posiciones grotescas, están el ovejero, su mujer, tres niños y el perro. El hombre a caballo recarga, y mientas se regodea viendo lo cadáveres exclama 

--- Si, George, un trabajo bien hecho --- 

da media vuelta y camina hacia el sol, que ya lo ilumina todo.

George W. Bush IV, cierra el libro, una sonrisa ilumina su rostro… se voltea y dice:
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--- Hey Colin, te das cuenta, igual que mi bisabuelo, yo estoy predestinado a limpiar este mundo de sucios extranjeros ---


J. W. de Wekker V.
1999



LA HUIDA...

o cuando en la cacería tú eres la presa…

A cada día le bastan sus temores, y
no hay por qué anticipar los de mañana.



Es un día gris con lluvia y viento…

En días como este mis pensamientos vuelan como silenciosas parvadas de aves al amanecer… son como ánades que siguen su ruta invernal con la salida del sol… Hoy me muestra mis recuerdos de antaño… se arremolinan uno tras otro: el hambre, el miedo, el cansancio. Es como si fuera ayer y no hace más seis lustros de ello.

Llevamos días sin comer, mi compañera se ve ojerosa, cansada, decaída, caminamos en silencio en la mañana lluviosa, la neblina nos acompaña, pero a su vez nos esconde. Escuchamos a nuestros perseguidores, muy cerca de nosotros levantan su campamento, el partir rápido nos dará unos minutos. Adelante de nosotros va Sebastián, quien busca un sitio por donde volver sobre nuestros pasos; lo mejor -nos dice- en este caso es regresar, dejar que ellos sigan de largo, que persigan el viento “que nos busquen pa´un lado cuando por el otro nos juimos” -como dice Cantaclaro- nos recita socarronamente antes de partir…

Hace ya tres días nos vieron, acabábamos de dejar un rancherío donde buscábamos algo de comida, desde entonces nos persiguen. Desde ese momento la única salida ha sido internarnos más y más en la montaña. Debemos alejarlos de nuestro grupo principal y perderlos, pero tenían un buen baqueano y no lográbamos zafarnos de su persecución. En otras oportunidades había sido fácil despistarlos, pero ahora seguían como sabuesos sobre la huella.

A una hora ya de caminar y calados hasta los huesos alcanzamos a Sebastián… nos esperaba a la vera de la senda había abierto dos huecos en la tierra

--- “tienen que enterrarse, no hay otra salida- nos dice –vamos a entrar en un filo de montaña sin vegetación voy a tratar de llegar al pie de la misma antes que me vean; ustedes no podrán hacerlo ya que están muy cansados, dejen que pasen y devuélvanse, traten de llegar a la carretera negra” ---

Yo seguiré adelante y nos vemos en dos días en Altagracia de Orituco.

Como pudimos nos acurrucamos sobre la tierra húmeda. Tierra, ramas y hojarasca puso Sebastián sobre nosotros; luego el brutal silencio roto solo por el trino de las aves. La cobija de hojas en pudrición nos hace sudar. Los bichos caminan sobre nosotros… nos muerden, nos pican provoca salir corriendo. Estaba al punto de hacerlo más oigo una voz…

---“los tenemos- dice -ahora no pueden ir sino hacia abajo y están al descampado”---

Sonido de pasos, empuño mi pistola y olfateo mi propio miedo, éste me inunda como una fétida borrachera. Tiemblo y siento inmensas ganas de orinar. Entonces la adrenalina me inunda es un calor el cual hace hace que el hambre, picor y temor queden en un letargo. Siento el arma como parte de mi brazo, se aprieta a mi pecho.

En ese momento algo camina sobre mis dedos, solo entonces me doy cuenta que tengo los ojos cerrados; era como si al no ver yo no sería visto. Los entorno un poco, y baja la débil luz que se cuela en la hojarasca lo veo… es un ciempiés -diez pulgadas de él- que caminan hacia mi cara, casi una pulgada de gordo y patas, muchas patas que son como aguijones…

En ese instante siento que el que habla se detiene a cincuenta centímetros de donde estoy enterrado… el animal llegó a mi quijada… pasaría sobre mi boca y nariz… siento algo caliente en mi cara. Mi perseguidor se estaba orinando en ella… ¡¡coño!! Con casi mil kilómetros de cordillera, este hijo de puta se le ocurre venir a orinarse en el sitio donde estoy enterrado… ¡¡¡mierda mi suerte!!!...

El bicho en mi cara no me dejaba moverme… el meado me caía en cara y pecho… el animal se molestó, apuró su paso y pasó sobre mi carrillo buscando huir de la pestilente lluvia… Pasos que se alejan… los pájaros que imponen al silencio con sus trinos. El peligro había pasado…

Destilando orines me incorporo a medias… un poco más allá lo hace Rosalía…
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Ese día vivimos, aún cuando en él morí mil veces. Era un día gris cualquiera…

Por: J. W. de Wekker V.
Junio 1992

¡¡APARECIÓ MI TÍO FREDD!!...

o mi síndrome de Diógenes...

Todo los días nace un tonto y
quien se lo encuentre se lo queda...




Hay un desorden psicológico llamado -algo así- como “Síndrome de Diógenes” y tengo entendido que son aquellos desequilibrados que coleccionan objetos tomados de la basura y llenan sus hogares con ellos.

Reconozco que yo -desde el punto de vista cibernético- lo sufro… Me la paso buscando en los basureros de mis correos aquellos email que nadie lee… ¡¡Haga que le crezca tres pulgadas!! pregonan algunos… otros dicen, ¡¡Viagra 36… día y medio de locura!!... ummm buena combinación -pienso- grande y cual asta de bandera… Mi avecilla rochelera tiene años que no está así, ni plantea una buena batalla… Bien, los guardo, algún día podría hacerme falta esa combinación para enfrascarme en alguna demente orgía…

En días pasados una pobre viudita –sin ninguna familia- de algún lado de La India, a la cual le diagnosticaron un cáncer incurable… -pobre mujer- muy católica ella, además de millonaria -según me escribió- ya que contaba con una cuenta bancaria por sobre los 40 millones de libras esterlinas… Me decía, que ella supo por algunas referencias que yo era un fiel creyente (no me especificó en qué) y que por esta razón me había designado heredero, con el único fin de que repartiera esos churupitos en la caridad… ¡claro! Y que yo podía disponer del 40% para regalárselos a mi obra preferida (naturalmente, yo mismo)… Lo guardé… Unos días después, un banquero en sud-áfrica quien quería birlarse -de una cuenta inactiva- unos 25 milloncitos de dólares, y que yo –por ser Holandes- estaba en perfecta condición de ayudarlo… El que más me emocionó todo fue un chinito que quería comprar soya para hacer salsa, y me pedía ser su intermediario, el me enviaría unas cuantas carretillas de Yenes y yo pagaba todo en efectivo –naturalmente quedándome con un buen porcentaje-

Y así me han llegado muchos –pero realmente muchos- por el mismo estilo… Todos lo he guardado como mis activos; estos ya conforman una reserva monetaria superior a la de Onasis y Bill Gates juntos esto es mi Fort Knox personal, ya que algún día podría hacerme falta algún dinerito, uno nunca sabe cuándo -tal vez- pueda cometer la locura que mencioné al principio, con las 20,000 vírgenes del paraíso celestial…

Pero el de hoy me toca el corazón y me tiene emocionado a no más poder:

¡¡APARECIÓ MI TÍO FREDD!!...

Si, un hermano de mi padre, quien durante la pasada segunda guerra se fue a África por allaaaa en el 1939, y el cual acaba de morir en un accidente aéreo, me enviaron las fotos del accidente y de su cuerpo calcinado… realmente dramáticas… Ummm, pensando un poco bien: longevo resultó mi tiito… El nació en 1898 o sea, que murió a la tierna edad de 101 añitos.

Bueno, según el bufete de abogados -quien me contacta- mi tío testó en a mi nombre y me deja una mina de diamantes en el centro de lo que fue el Congo Belga (me figuro por donde andaba de niño Lord de Greystoke en taparrabos, acompañado de la mona Chita); mina, la cual, puedo vender –bien por lo bajo- en unos 1250 millones de Euros…

Dado la “veracidad” de los datos y la seriedad que imponía a la notificación por bufete de leguleyos los cuales me suministraron el nombre de mi tío, las fechas y demás datos, les escribí pidiéndole el envío de los pasajes y un adelanto de unos 50.000 € para trasladarme y gastos a la República Democrática del Congo y así poder cerrar la negociación.

Les di -tal como me lo pedían- todos mis datos personales y como cuenta la oficina de la Westen Union local (ya que no manejo cuenta bancaria) solicitando que me enviaran el el pasaje y monto en efectivo…

Ummmm…. eso fue hace como tres semanas, y aún no me responden…
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¿Qué será lo que puede estar pasando?....

J. W. de Wekker V
Enero 1999

ESCRITOS DE DÍAS BRUMOSOS

o tristeza, alegría y lujuria…

En mis días de tristeza o simplemente de desgano, quise ser poeta, algo así como uno de los tantos bardos  llorones de finales del siglo XIX -así era mi ánimo al escribirlos-...
Dado el pésimo resultado me dejé de eso.
Acá les dejo unos de esos malos ejemplos...




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DESNUDO

Desnudo quedé ante ti
desnuda mi alma puse a tus pies,
desnudo mi cuerpo,
desnuda mi mente,
desnudo te di mi amor
desnuda lo recibiste.
¿Porqué ahora te vistes?...
¿fue acaso tu amor fantasía?...
o... ¿falsa fue tu desnudez fría?...
¿desnuda estabas,
de mentiras vestida?...
Y... al percibir mi sincera desnudez...
¿Reías?...
Indefenso y desnudo ante ti quedé...
cuanto tú armada de desnudez
mi desnudez de verdad vestiste...


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SILENCIO, ESCUCHA

La parca arribó... dentro su reino lapidó... poco a poco, fue cegando voces... uno calló... pronto lo hizo otro... y el silencio se apoderó de las catacumbas...” no importa” dijo la momia... espera... legarán otras voces, se levantarán las mismas... romperán sus criptas... dejemos al silencio tranquilo... no lo molestemos... alguien vendrá... alguien volverá... un murmullo... un zumbido... tal vez una voz... escucha... La Momia insepulta...


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LUJURIA

Entre tus piernas y las mías
entretejer humedades quiero
llenar de mi tus oquedades
y así, ser yo de ti, entero...


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A TI…

Escondido en el crepúsculo a ti llegue furtivamente.... yo ardiente de lujuria... tú tímida, cubriste tu piel con carmesí de la vergüenza... sudó tu piel aromas de apetitos escondidos... fragancias con sabor a melocotón que en mi paladar se agolpan... bebo de ti... me escancio de ti... siento que tiemblas... tu rubor y tu temor alimentan mi deseo... se vuelven gemidos tus temores... la copa en que bebo me brinda lo mejor de ella... ¡hasta el fondo mi amigo, que no quede ni una gota!... que el licor me embriague, que me suma en la demencia... que la noche no pase... que el día no llegue... y ya, yo ahíto de ti y tu de mi... en el pozo del goce caemos de repente... explota en mi y en ti el éxtasis... y ese letargo nos lleva a la mañana.. al nuevo día... a la realidad... a la rutina...


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RECUERDOS....

En mis años de tropelías... de deambular en frondosas selvas... fusil en el hombro... miedo en la conciencia... odio en el corazón... transitaba por un bucólico sendero... nacía en el camino principal... serpenteaba por un mangal que llevaba al río... río de luengas, pero claras aguas... río bravo de invierno... infinitamente manso ese verano... río de lavanderas, apaleando desgastadas ropas sobre eternas piedras... mujeres quienes parecían extensión y parte del paisaje... versión latinoamericana de lo que bien pudo haber sido una pintura de Van Gogh...
Allí la conocí... una cesta, en su cabeza, rebosante de ropa... lágrimas de río sobre sus hombros corrían... la clara blusa mojada se aferraba, como mi deseo, a su turgente seno... despedía olor a jabón... a agua... a menta... negrura de azabache en cabellera y ojos... de níspero y cucuiza la morena piel que refulgía al sol como un bronce de Afrodita... -niña- le dije, -soy iluso en busca de quimeras... insomne soñador quien al inquirir por verdad vive en la mentira- me puso atención... me escuchó... -solo estoy... no tengo compañía- continué diciendo, -no te ofrezco nada que no sea sino seguir sobre este camino, en este sendero... quien llegará a otro sendero y se volverá sendero... ¡acompáñame niña!... y así conocerás la soledad, el frío y el miedo- me miró... sonrió... a un lado calló la cesta que llevaba a cuestas... la limpia ropa, como su inocencia, la manchó el cieno... puso su mano en mi hombro y se fue conmigo... ¡ah! mis amigos... ¿qué les cuento?... el odio y el amor se encontraron... el miedo y la esperanza se amaron... tibias noches de temores y pasiones se sucedieron... en el día, su compañía en la batalla... el repiquetear de su arma, a mi lado, me indicaba que no estaba solo... envidia fui entre mis camaradas... pasaron días... semanas... meses...
Y un día... un día maldito... a la vera del camino se escuchan los disparos... oigo muchos... siento uno... siento dos... ¿saben?... no duelen... no hay rictus de dolor al recibirlos... eso solo ocurre en el cine y la tv... es solo la sensación de ser tocado por un dedo... flácidas mis piernas sentí, flaca mi voluntad se torno... volví mi mirada hacia ella... buscaba su apoyo... sus ojos miraron los míos... el azabache dejó de brillar... su blusa, como aquel lejano día, se aferraba a su seno... más no con agua clara del río... era tinta sangre que sobre su piel morena tenía visos carmesíes... tendí mis brazos hacia ella... no la alcance... caí en los de un camarada, quien presurosamente me carga fuera de la emboscada... una última mirada al sendero... una postrera mirada hacia la amada... no la vi... la oscuridad... la inconsciencia... y hoy, después de lustros, solo recuerdo unos ojos de azabache en carbón troncados y un seno carmesí debajo del cual, un corazón, el mío, había dejado de latir...
hoy llorando...


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SOLO

Que oscuro está...
que lóbrego...
brilla el sol...
y su luz no alumbra...
es de día...
y la noche impera...
estoy solo...
solo...
rodeado de muchos.
Dijiste: "iré a ti,
espérame, volveré"...
¡partiste...
me dejaste!...
quedé solo...
solo...
íngrimamente solo...
Con la soledad de un suspiro...
con la soledad de un lucero...
con ese aislamiento
de quien vacío
de alma se queda...
con la negra soledad
del invidente...
con la soledad
de un muerto...
¡hay soledad que me llamas!...


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SILENCIO

¡Que te calles digo!...
no hables...
de tu garganta, que no salga ni un sonido...
calla mujer, has silencio...
Solo escucha...
escucha el silencio de la llama...
de esa llama que en el candelabro arde...
y sola se consume en luz ardiente....
Solo siente...
siente la embriaguez del estar juntos...
de ese unir de cuerpos en pasiones...
de ese amar de dos calladamente...
¿Ves?...
¿ves como se acerca?...
¿observas cómo llega?...
¡es del orgasmo!... ¡el éxtasis!....
¿Gimes?...
para gritar se abre tu boca...
se congestiona tu cuerpo...
¡Calla mujer!... y solo siente...


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AGUA

Agua fresca que fluyes
en traslúcido torrente
que corres por la colina
en un lechoso fragor
que bajas alegremente
derramando tu frescor
alivia mi sed ahora
déjame beber de ti
entra calladamente
métete dentro de mi
se como aquel elíxir
como aquella amante fiel
que saciaba mi sed de amor
al en ella yo beber…

Jhonny
Entre 1996 y 99